BAÑOS DE PUREZA
Bajó la mirada cuándo lo ví. Él también buscaba con la vista algún distractor. Sí había visto porno en internet, pero estar ahí era distinto. Siempre pensé que sólo era una handycam, una vagina, un pene, y listo, pero no. La industria de la pornografía norteamericana ofrecía más.
Me comprometí con el editor a entregar el reportaje antes del jueves. Así que sin más, viaje al Paso, Texas, para contactarme con Ed Anessis, el productor porno que contribuía con sus más de 89 filmes en el mercado a terminar con la crísis económica de su país.
La cita sería en Tijuana. Hotel Palacio Azteca, Blvd. Cuahutémoc Sur no. 211 Col. Davila.
En aquella locación solamente, al menos le había dado empleo a una docena de personas. El más ridículo, creo: el de la claqueta. Decía "corte", con la voz entre cortada en cada escena. Él también estaba impresionado y por más que quería disimularlo, se notaba en lo rojo de cara.
Estaba por definir la entrada. A lo largo del trabajo el ángulo se modificó varias veces y ahora, a pocos días de la entrega, pensaba que todo estaba mal.
El estar en aquel plató me producía una mezcla de sentimientos. Estaba preocupada por que el cierre de la edición se acercaba y yo pensaba en que había que cambiar todo el reportaje, pero también me sentía extrañamente excitada, más por las miradas disimuladas del chico de la claqueta, que por ver un pene introduciéndose a una vagina de forma tan rutinaria.
El "lado humano" de Dafne (como si al ser pornstar se deshumanizara) era la principal encomienda.
Cómo comenzaste en esto, porqué, que dicen tus padres, desde cuándo lo haces, ganas muchos, qué es lo que más te disgusta, tienes novio, pudes caminar bien después de tener eso en el culo... preguntas obvias que al editor le parecían importantes. Lo hice esas preguntas desde el primer día que la conocí esperando que comenzara el rodaje en su camerino.
Aunque parezca absurdo, su vida era sumamente normal. Sólo que a los 21 años había podido comprar como primer auto un Porshe 2006, tenía un departamento en Palm Beach y sólo respondía, asombrada de si misma: "They pay me for fuking, i´m luckygirl" seguido de una sonrisa tan honesta, que supe que conmigo no estaba en su papel de chica sexypornstar, realmente estaba contenta que le pagaran por coger, le gustaba.
Me imaginé unos segundos viviendo como pornstar idea que se fue de inmediato de mi cabeza al pensar en el sexo anal. Prefería sólo "sentirme así" por la presión que últimamente había en la revista, que materialmente estar así con un negro dándome por atrás.
Un gringo me habló "Elena, its todo, lets go".
Al salir de la habitaciópn 236 del Hotel Palacio Azteca, de la mitica ciudad de Tijuana, las cosas para mí ya no serían las mismas jamás.
viernes, 17 de abril de 2009
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